dylasz

En las noticias de hoy
una gota de sangre
recorre otra vez
la mejilla inocente y fria,
del ultimo eslabon de la cadena
de injusticias que lo apresa.
Para evadirse de la efervescencia
que le genera tener que evadirse
hace zapping con la mente
y descansa sus sueños
sobre la falsa democracia que
reina sus ideas,
esas ideas nuevas, que consume, incuba, repite, escupe y vomita, dos canales mas alla donde lo novedoso de la idea es que siempre la sangra otro.
Hoy salvaje por inteligente
va a dejarse depredar por la voracidad de los hechos, descartara la veracidad de los argumentos, canjeará
su realidad por aquella naturaleza muerta, planificada y manipulada que configura la escena del canal que
alerta sobre el que falta de esos otros.
Se preguntará algo un segundo antes de que una voz autorizada lo interrumpa y represente sus cabales, dueños de las manos que le sostienen la cabeza a la hora de relegar sus ojos a la miopía que genera tener que mirar con usual indiferencia en el rabillo, lo borroso.
No deja de prestar atencion a la pantalla, instruirse en palabras del ajeno, total su alrededor no es
mas que su rabillo, su corona no es la de su reino, su noticia no es la de su sangre, su sangre no es la del desvelo,
ignorando que lo que despotríca
es la base del porque vive inconexo.

Jugar con palabras,
una tarea supuestamente fácil
entre tantos puntos finales.
Un decir de puntos no suspensivos
al silencio que estremece las entrañas
en el grito acorralado de un gol anulado,
al nudo angustiante de una casi victoria,
al desahogo en la derrota,
al placer del partido bien jugado.
Aprendí del juego de palabras
la mera importancia creativa en el proceso del decir,
que embeleza y condimenta
el oido que todo lo quiere del amante
y el oido sordo que poco lo escucha
en la tragedia del indiferente.
Aprendí de tu juego de palabras, el decir,
propiamente dicho,
del amor apañante y exagerado,
del aliento descontrolado
al buen augurio de lo nuevo
en colores saturados,
La alegría propiamente dicha,
de la generosidad, nunca angosta
siempre ancha
el amor, propiamente dicho
de tus besos certeros de media cancha.

El absurdo uso
de este deseo intenso
en el umbral de lo eterno
en el ultimo escalon
de una graderia
despojada de aliento
como la voz de tu conciencia
ante el suicidio del ideal.